domingo, 17 de julio de 2016

Aviones, embajada, y muchas ganas de empezar

Después de un tiempo sin escribir, se acerca el momento de ir publicando más periódicamente, teniendo en cuenta que estamos a tan sólo 17 días de decir adiós a España. Pero cada cosa a su tiempo, y ahora vengo a hablaros del viaje a la embajada norteamericana.

El pasado miércoles los 40 becados de Galicia cogimos un vuelo a las 6:45 de la mañana en Santiago de Compostela con dirección a Madrid. Sin duda, el madrugón de algunos, entre las que me incluyo, o el directamente no dormir de otros fue compensado cuando nos reencontramos todos en el aeropuerto. Fueron escasos los 2 meses sin vernos, pero sin duda los lazos formados en el NH perduraron y perdurarán tanto allí, como aquí.

Por supuesto, en su línea habitual, la organización nos hizo estar allí a las 5:30 de la mañana listos y con la tarjeta de embarque. Sin embargo, no vino mal el tiempo por adelantado, teniendo en cuenta que alguna que otra llegó a las 6 (Silvia, yo te quiero).

Y a las 6:45 volábamos en dirección a la capital con un amanecer impresionante, del que pondré alguna foto más abajo. (Sí, esta vez tengo fotos de todo el viaje). En cuanto pisamos el aeropuerto nos llevaron a un bus, que nos condujo a todos al NH Núñez de Balboa, próximo a la embajada. Si algún futuro becado lee esto, que no se haga muchas ilusiones con dormir en los viajes ese día, porque por muy cansados que estemos, la emoción es mucho superior al sueño.

Una vez en el hotel, además de darnos café (que necesitaba desesperadamente), y un buffet para quedarse allí todo el día, nos organizaron en tres grupos para asistir a la embajada. Para los que no tengan aún claro qué es lo que íbamos a hacer allí, algo esencial para poder entrar en Estados Unidos: solicitar nuestro visado. A mí me tocó en el último grupo, que debía asistir cerca de las 10 a la embajada, por lo que la espera muy larga no fue, teniendo en cuenta que llegamos al hotel cerca de las 9. Pero en esa hora aprovechamos para hablar entre los que quedábamos y con una coordinadora que se quedó con nosotros. Y sí, una vez que la mayoría conoce ya su destino, el hablar de la emoción de marcharnos ya es mucho más habitual.

La visita a la embajada duró cerca de una hora, y no fue de gran sorpresa, más allá de entregar los móviles, una entrevista breve de "Hola, te vas a Estados Unidos ¿verdad?" y "¿A dónde vas a ir a vivir exactamente?" con un terrible acento americano, y unas esperas largas pero entretenidas. Puede que os pinten horrible esas entrevistas, y supongo que todo depende del entrevistador que te toque. Sin embargo, a ninguno de nosotros nos hicieron preguntas como si tenemos pensando atentar contra el presidente, así que podéis ir tranquilos. Eso sí, puede que os toque hacer la entrevista en inglés, pero si tenéis esta beca no creo que os suponga ninguna dificultad.

Tras todo el papeleo de la embajada nos dijeron al fin que nos enviarían el visado, y nos entregaron un documento de vital importancia para entrar en Estados Unidos, del cual ya os relataré una anécdota más tarde.

Regresamos al hotel, y allí, a las 11:30, como la organización tenía previsto, nos esperaban tres ex-becados, que acababan de regresar hacía escasamente un mes, para relatarnos un poco de su experiencia.

Chicos, si hay algo que sin duda da miedo de toda esta experiencia es el empezarla. El marcharse, el decir adiós, y el decir hola a un lugar donde estarás "solo", donde no conoces a nadie, empezar de 0. Pero si hay algo que te da fuerzas para ello es que te hablen de lo mucho que merece la pena, de la de cosas increíbles que vivirás, de lo mucho que querrás, echarás de menos, llorarás, reirás... Y eso nos pasó a nosotros al oírles hablar.

En términos generales, nos hablaron de las asignaturas allí, recomendándonos escoger AP (el nivel más avanzado, aunque ya dedicaré un post a las asignaturas una vez esté allí), en especial en asignaturas como English Literature, que nos permitiría sacarnos el Proficiency (CPE), el máximo nivel de inglés, a la gran mayoría. También nos contaron sus mayores problemas allí, y en general, lo peor que suele pasar son pequeños malentendidos. Claro que, como a una le pasó, puede tocar la mala suerte de tener que cambiar de familia. Sin embargo, como ella mismo dijo, no cambiaría nada de esa experiencia, pues le impulsó de una gran forma a volverse autónoma. También hablaron de los deportes, del voluntariado, de las universidades allí... Pero todos coincidieron en que teníamos una suerte enorme por estar donde estábamos, a punto de empezar la que sería la experiencia de nuestra vida.

Después de dos horas hablando, volvimos al aeropuerto de Madrid, y tras una rápida comida y un breve descanso por la T4, cogimos el avión de vuelta a Santiago.

Mi vuelta a Vigo fue bastante amena, con dos amigos, teniendo en cuenta que uno de ellos se olvidó ese documento imprescindible del que os hablé en la estación de tren de Santiago. Y sí, la tensión fue notable hasta que logramos solucionarlo, llamando y con el alivio de que seguía allí. Así que aseguraros, los que tengáis la suerte de ir, de no despegaros de él, un consejo que ya os repetirán mucho en el momento.
Sin duda, el viaje fue exhaustivo, pero también reconfortante, hasta el punto en que todos salimos de allí deseando coger ya el avión que nos llevará a Nueva York. Quedan tan solo 17 días para ello, y sin embargo, por muchas ganas que todos tenemos, aún no nos vemos haciendo la maleta. No quiero ni imaginarme despidiéndonos...

Aquí dejo algunas fotos del viaje.